Una aventura inesperada

1 de febrero de 2023 por
Una aventura inesperada
Madrid Titanes
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Titanes nunca fue un proyecto, solo el deseo de un chico de veintitantos de tener un grupo de amigos con los que jugar al rugby los domingos. No existía la voluntad planificada de crear una institución, el primer club de rugby LGTBInclusivo de España, ni provocar un revulsivo en las entidades deportivas LGTBI+ para luchar por los derechos humanos de las personas LGTBI+ en el ámbito del deporte. Solo era un grupo de personas que querían aprender a practicar un deporte, reuniéndose los domingos en parques como El Retiro, junto al Palacio de Cristal, luego en la Casa de Campo, después en el parque Juan Carlos I o el Parque Lineal del Manzanares. 

Eran una mezcla de amigos que se propusieron aprender a jugar en una fiesta de cumpleaños y desconocidos que se sumaban cada semana a través de las redes sociales. El grupo creció poco a poco y siempre fue heterogéneo, pero muchos de sus integrantes tenían en común ser desclasados, personas que, por su edad, estado físico, conocimientos y experiencias deportivas previas, habrían tenido muy difícil encontrar acomodo en un espacio deportivo al uso. Lo esencial en ese nuevo espacio era que cualquier persona que llegase pudiera aprender a jugar al rugby, crecer juntas personal y deportivamente sin presión y sentirse acompañadas. En ese grupo había alguna chica heterosexual, alguna chica lesbiana, chicos heterosexuales, bisexuales y gays, alguna persona con discapacidad, muchas personas en paro y con pocos recursos, algunos estudiantes universitarios, personas extranjeras y muchas personas que no tuvieron adolescencias como otras, marcadas por renuncias a disfrutar de muchas cosas por distintas circunstancias sociales. 

Poco a poco y sin darnos cuenta, empezó a tomar forma un espacio con carácter propio, algo nuevo, donde las ganas de seguir aprendiendo nos llevó a intentar mejorar y eso a poner un poco de dinero al mes las personas que podían (estábamos viviendo una profunda crisis económica) para que una vez al mes pudiéramos alquilar un campo de rugby y entrenar allí. Ese día era fiesta, a pesar de todas las dificultades. Compramos algo de material y seguimos creciendo. El espacio se configuró de forma horizontal. 

No era de nadie, sino que de modo natural se fue reconociendo a cada quien posiciones y funciones en el grupo de forma asamblearia. Así se decidieron cosas como formalizar ese espacio convirtiéndonos en club deportivo elemental, el nombre, los colores de la indumentaria y, sobre todo, el hecho de que el espacio fuera inclusivo de manera transversal. Un espacio en el que cualquiera pudiera acercarse al rugby, y al deporte en general, dentro de sus posibilidades y deseos, sin importar la edad, clase social, poder adquisitivo, forma física, cuerpo, capacidades, identidad de género, procedencia, religión u orientación sexual. Fueron fundamentales chicos heterosexuales que nos animaron a dar visibilidad a un espacio que quería serlo para todas las personas. 

El activismo estaba entretejido en el inicio de ese espacio, que entendía la competitividad como una manera de mejorar cada persona respecto a sí misma, pero ganar no era lo principal. Jugar y disfrutar juntas era lo principal. No se trataba de fichar jugadores de otros equipos para hacer un buen papel en los partidos, sino de hacer que ese grupo diverso, y para muchos estrambótico, creciera y aprendiera a jugar y funcionar como un equipo. Llegaron los entrenadores, la sede fija alquilada, los primeros partidos oficiales, los primeros torneos y viajes, las primeras campañas sociales y colaboraciones con otras entidades activistas. Esos meses nos hicieron sentir a muchas personas que teníamos, quizás a destiempo, el grupo y la adolescencia que no tuvimos, nos permitieron sentirnos queridas y seguras, superar muchas heridas y crecer juntas. Por eso, entendimos que el deporte había cambiado y mejorado nuestras vidas y podía servir para transformar la sociedad y mejorar la vida de la gente. Y a eso nos dedicamos las personas que iniciamos el proyecto y las que nos han precedido, dando lugar ya a 10 años de caminos compartidos en una aventura que muchas nunca pensamos vivir pero que ha sido y es una de las mejores cosas que hemos podido ayudar a hacer.

Victor Granado

Fundador de Madrid Titanes

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