Hay un momento, al final de cada temporada, en el que el cuerpo pide parar… pero el corazón se resiste un poco. Porque si algo hemos aprendido este año, es que ser parte de los Titanes es más que jugar al rugby. Es sentir que cada semana ocurre algo que vale la pena recordar.
Se acaba una temporada intensa. Y no, no solo por lo que hemos corrido, lo que hemos placado o lo que hemos celebrado. Se acaba un año que nos ha llevado lejos —en kilómetros, pero también en lo simbólico— y que ha reafirmado todo lo que somos y todo lo que queremos llegar a ser.
Jugamos, sí. Viajamos, también. A veces para competir, otras para descubrirnos. Aprendimos que a veces ganar significa levantar una copa en Oslo, y otras veces es simplemente llegar a un nuevo sitio, con nuestra camiseta bien puesta, y decir “aquí estamos”. En campos desconocidos, en calles nuevas, en ciudades donde nunca antes habíamos estado.
Hemos tocado puertas que antes no se abrían. Salimos en medios que antes no nos veían. Participamos en eventos que hace unos años ni imaginábamos. Y entre todo eso, seguimos encontrándonos cada semana para entrenar, sudar, aprender y cuidarnos. Porque la base sigue siendo la misma: un grupo de personas muy distintas que, por alguna razón poderosa, deciden formar equipo.
A veces ganamos, a veces no. A veces cuesta llegar al final del partido, y a veces no querríamos que acabara nunca. Pero siempre salimos al campo con algo claro: que no jugamos solas, ni jugamos solo por nosotras. Jugamos por todo lo que representa este club.
Nos vamos con la sensación de haber construido algo que va más allá del marcador. Y también con la certeza de que lo que viene será aún mayor. La próxima temporada va a ser especial: organizaremos el torneo internacional Pride in Touch, abriremos el camino de la Iberic Cup LGBTI+ organizada por los cuatro clubes de la Península Ibérica, volveremos a competir, a viajar, a poner nuestro cuerpo y nuestra voz en el centro. Y claro, también volveremos a nuestras fiestas, a los calendarios, a las historias que conectan, emocionan y nos hacen reír.
Pero ahora toca parar. Colgar las botas, dejar reposar los hombros y volver a mirar el rugby —y todo lo que construimos con él— desde la distancia justa.
Volveremos pronto. Con más ganas, más ideas, más ganas de empujar juntas.
Porque Titanes no desaparecen, solo descansan.
Nos vemos en nada.
Cerrado por vacaciones